Avanza la vacunación, la cantidad de casos de coronavirus está controlada, y hay un menor temor a contagiarse a nivel local. De hecho, como muchas de las actividades  con nuevos protocolos, los partidos de fútbol volvieron hace tiempo, tanto a nivel profesional como amateur. Sin embargo, a pesar de haber menos chances de contagio, no está del todo claro cuán riesgosa puede ser esta actividad.

Un estudio de las universidades de Basilea y Sarre se propuso analizar precisamente qué riesgo acarrea entrenar o jugar un partido de fútbol. Para eso, recopilaron detalles sobre casi 1300 casos sospechosos de infección por coronavirus en ligas profesionales, fútbol amateur y clubes juveniles entre agosto de 2020 y marzo de 2021.

Dentro de las justificaciones para realizarlo, los responsables del estudio indican que una vez que un atleta ha sido infectado, surge la pregunta de si esto ha sucedido en relación con el deporte de equipo que se juega, o en un entorno diferente.

Tomando todo esto en cuenta, los investigadores identificaron 104 situaciones en las que era muy probable que hubiera participado un jugador infectado en una sesión de entrenamiento o un juego.

"Para una mejor distinción entre estas dos fuentes [N de la R: en relación al equipo o en otro entorno] el análisis de los contactos relevantes para la transmisión se puede utilizar como un enfoque razonable para evaluar el riesgo de infección del deporte respectivo", destacan en el estudio.

Utilizando el rastreo de contactos y el análisis de video detallado de un total de 21 juegos, los investigadores luego evaluaron los canales de transmisión potencialmente relevantes. El análisis de video demostró que los contactos relevantes para la infección son raros en los partidos de fútbol y generalmente de muy corta duración.

"El tiempo medio de exposición por pareja de individuos en un partido de fútbol profesional fue de 32 segundos, evaluado mediante un sistema de seguimiento", aclaran.

Para poner los datos en contexto, agregan: "En un análisis de video de tres partidos con 18 jugadores de fútbol positivos para el SARS-CoV-2 potencialmente infecciosos, el contacto con la mucosa de la boca, la nariz y los ojos (fuente potencial de transmisión del virus) en jugadores infectados fue menos frecuente de lo reportado en situaciones cotidianas", sostienen.

Así, se llegó a la conclusión de que casi no hay riesgo de transmisión del virus COVID-19 en el campo.

Algunas excepciones

Aún teniendo en cuenta que en dos de los 104 casos examinados el grupo de científicos no pudo descartar por completo la transmisión sobre el terreno, los investigadores sostienen que en ambos casos fueron posibles otros canales de transmisión potenciales, incluidas reuniones privadas, viajes en colectivo sin máscara y contactos en el trabajo.

Los investigadores del Instituto de Medicina Preventiva y Deportiva de la Universidad de Saarland en colaboración con el científico del ejercicio Oliver Faude de la Universidad de Basilea concluyen que las actividades deportivas al aire libre con un contacto físico mínimo presentan un riesgo muy bajo de infección.

Por lo tanto, el estudio concluye que son una opción segura para el deporte y el ejercicio durante la pandemia, tanto a nivel recreativo como profesional.

Asimismo, sugieren que las medidas de higiene y las directivas de las autoridades sanitarias deben limitarse a situaciones fuera del campo sin medidas de cuarentena general para los equipos oponentes si no se ha producido un contacto cercano fuera del campo.

 Precauciones

Un dato importante que aclaran los científicos, es que "antes de considerar que estos hallazgos se incorporen en los procesos de decisión de políticas, es importante señalar que los datos se recopilaron antes de que la variante Delta se convirtiera en la variante dominante del virus".

Además, solo las ligas profesionales realizaron pruebas de PCR periódicas de todo el equipo hasta dos semanas después de la prueba positiva de un jugador. Los clubes del sector amateur y juvenil siguieron las recomendaciones de las respectivas autoridades para las pruebas de PCR con una política de seguimiento de los síntomas durante 14 días.

Esto significa que es posible que no se hayan registrado casos asintomáticos.