viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº2955
La Contratapa TDF » Deporte » 15 jul 2021

Fútbol

River y Argentinos empataron 1 a 1 en el Monumental

El equipo de Gallardo se puso en ventaja de la mano de Suárez, pudo aumentar el marcador, pero Hauche aprovechó la única clara de un Bicho que se llevó un gol de visitante. La serie de octavos está abierta...


Estar bien de la cabeza. Simple cliché que se aplica al fútbol. Y específicamente a la Libertadores. River reinició su actividad complicándose. Y ante un rival que inteligentemente diseñó una estrategia para hacerlo caer en su trampa. Argentinos, con el karma de MG en el banco, aprovechó ese punto débil que Marcelo Gallardo no ha conseguido resolver en siete años y un mes de trabajo: por arriba lo complican. Milito consiguió trasladar virtualmente su pizarra al césped híbrido del Monumental: desparramó fichas para conformar un 5-3-2 flexible, buscando que los laterales (Sandoval y Elías Gómez) cubrieran el ancho del campo por fases, dependiendo la zona de juego: en defensa, replegados; en las transiciones, como complemento de los volantes; en ataque, posibilitando generar superioridad numérica como laderos de Florentín y Hauche.

Con una lógica sustentada por las complicaciones crónicas de River para los controles aéreos y en el daño que precisamente podía generar Ávalos con su veloz 1,88. Si River consiguió esporádicamente desarticular el plan Mariscal fue por las decisiones individuales de un debutante (Braian Romero) y la inteligencia de sus centrales para romper líneas desde la gambeta o vía aérea con pases largos. La ecuación funcionó especialmente en el primer gol: Díaz habilitó a Romero, quien guapeó para desactivar la fajina de Torrén y MacAllister y halló a Suárez en zona de gatillo. Pero esa construcción colectiva fue infrecuente. Como también la participación de los creativos: Julián en zona de 10 deslizó un pase que Chaves bloqueó a metros de Romero y el propio Braian habilitó a Montiel para gestar una jugada que Suárez -sospechosamente light- definió contra el arquero. Quizás el secreto de Argentinos fue su constancia. No perdió esa disciplina de samurai aun en desventaja, comprendiendo el peso específico que podía tener un gol en el Liberti en proyección a La Paternal. Sostuvo la presión para incomodar la salida, rodeó el hábitat de Enzo Pérez para evitar la salida cómoda y tuvo principal atención a la zona de ataque con Torrén y Quintana.

Y capitalizó su ataque más incisivo aprovechando una debilidad de River: una pérdida de Montiel -la pelota se escurrió en un campo muy veloz- derivó en un lateral que no logró ser bloqueado. Que llegó fácilmente al segundo palo donde aguardaba Sandoval muy liberado por Casco. Hubo cabezazo al medio, inteligencia de Hauche para empujarla de cabeza en el área chica. De nuevo, los problemas -con desatenciones para leer la acción incluidas- vía aérea en Núñez que no lograron resolverse desde el resultado, al menos para compensar el golpe. Aunque Gallardo intentó -a través de los cambios- poblar el mediocampo con pasadores para intentar ocupar mejor las posiciones y potenciar el volumen de juego, favoreciendo la conducción, no consiguió ese control permanente para romper el juego y satisfacer las necesidades básicas de sus atacantes: un Suárez en modo offline y a un Girotti no tan cómodo como en sus mejores momentos one shot. Carrascal ingresó en su burbuja y Enzo Fernández no consiguió asentarse. Y entonces Argentinos, desde el repliegue, aguantó. Y celebró ese empujón certero de cabeza de Hauche. Y provocó una incertidumbre en Gallardo para arrancar un semestre que de por sí presentaba la necesidad de estar bien de la cabeza. Ahora, mucho más.

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